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Historias para no dormir: el turbo roto de un Nissan desbocado que consiguió la pole en Le Mans

En el mundo del automóvil, como todos sabemos, cualquier elemento de un vehículo cuyo funcionamiento no esté siendo el adecuado elimina casi de raíz cualquier posibilidad de éxito, como para la desgracia de todos ha venido demostrando Alonso en estos últimos años. Pero si resulta que tu coche tiene «un buen problema«, puede que sea tu día de suerte, como le pasó a Mark Blundell. En este día, queremos recuperar la extraordinaria historia del piloto británico y su Nissan R90CK dopado, con el cual consiguió la 1ª posición de salida de forma aplastante para disputar las 24 horas de Le Mans del año 1990. Todo un hito de la automoción.

Le Mans, hogar de épicos sucesos

La situación que se vivía en Nissan meses antes del evento era más que tensa. En el año anterior, ninguno de los seis R89C, los antecesores del desbocado coche de Blundell, logró ver la bandera de cuadros al final, algo que dejaba a los japoneses contra las cuerdas, pues sus principales rivales en la categoría, Jaguar, Porsche y Toyota, seguían anotándose puntos a favor. Con unos precedentes así, era fundamental hacer del prototipo para la temporada del 90 un caballo ganador y un firme aspirante a la victoria.

En ese mismo año, el castigo de la FIA se cernió sobre el «Circuit de la Sarthe». Conocido desde siempre por ser un trazado en el que se alcanzan velocidades de vértigo, los accidentes que se desencadenaban a más de 350 km/h también resultaban tremendamente impactantes. En la década anterior, en la emblemática recta de Mulsanne, con casi 6 kilómetros, Jean-Louis Lafosse perdía la vida tras sufrir un fallo mecánico que lo proyectó hacia el guarda raíl derecho, rebotando después hacia el izquierdo y falleciendo en el acto. Cinco años después, en el mismo lugar, cuando Win Percy viajaba a unos desorbitados 386 km/h en su Jaguar XJR-6 V12, su rueda posterior derecha reventó, destrozando por completo la parte trasera del coche y propulsándolo como si de un cohete se tratara hasta por encima de los árboles de Le Mans. 600 metros después del reventón, Percy se bajaba andando tranquilamente de los restos de su «Jag», con tan sólo unos arañazos en el casco. Fue por sucesos así que, en 1990, se decidió diseccionar las más de 3 millas de la larguísima recta trasera con dos chicanes, dejando segmentos de menos de 2 kilómetros entre la curva de «Tertre Rouge» y tras cada una de ellas.

2 años antes de la colocación de las chicanes, un equipo francés con motores turbo de Peugeot elevó el récord de velocidad del circuito hasta las 253 mph (407,16 km/h)

Tras dicha modificación sobre el trazado, las velocidades máximas que se podrían alcanzar serían más reducidas, por lo que así, el riesgo de fallos mecánicos por ir con el acelerador a fondo durante más de 1/3 de la vuelta disminuía notablemente. Pero ni las chicanes pudieron evitar que Blundell hiciese historia.

A pesar de los intentos de Nissan, parecía que el R90CK no lograría limpiar la imagen de la marca. Era más que rutinario que el coche saliese a pista y, sin apenas haber completado una vuelta, se le vise aparecer de nuevo dirigiéndose al pit-lane con otro problema aún sin diagnosticar. Los hechos hablaban por sí solos, y no revelaban datos muy esperanzadores. En el fin de semana de la carrera, en un intento de optimismo, Mark sale con el Nissan en clasificación para probar fortuna. Fue en este instante, según como se describe en las grabaciones del momento, cuando un problema con uno de los dos turbocompresores del V8 de Nissan, que sobre el papel presentaba unos 800 caballos de potencia, hizo del coche número 24 de Blundell una bestia sin igual. Las especulaciones apuntaban a que sobrepasó la barrera de los 1000 CV.

Al poco tiempo de haber salido del box, mientras el británico completaba la vuelta previa al intento de calificación, es avisado desde el muro de que el motor vuelve a presentar un fallo mecánico. Por lo que posteriormente dijo Nissan, la válvula de descarga de turbo a la cámara del motor se había atascado, de modo que la presión del compresor aumentaba por momentos. Era necesario que Blundell retornase a boxes para evitar males mayores, pero eso suponía salir el día siguiente desde muy atrás.

Ante el aviso, que adopta más tono de ordenanza, Mark se plantea permanecer en pista. Informa a sus ingenieros en el box de que el coche parece funcionar mucho mejor de lo habitual. La opinión del piloto es duramente criticada, pues estaba en el aire la posibilidad de ni siquiera poder empezar la carrera en el caso de que los problemas en el motor fueran a más. En cualquier caso, al llegar a las chicanes de Ford, Mark decide no entrar al garaje y comenzar su vuelta rápida.

Hemos recuperado un vídeo on-board del R90CK en la vuelta en la que marcó el tiempo de pole, y lo cierto es que deja a cualquiera sin palabras (puedes encontrarlo más abajo). La conducción que Blundell desarrolla durante la vuelta mezcla un poco de todo. En ciertos momentos es él quien demuestra la iniciativa de querer incendiar el crono, y en otros no hace más que tratar de corregir los hachazos con los que el Nissan parece querer defenderse. Parece que estamos asistiendo a un rodeo de toros bravos que tratan de deshacerse de aquellos que los montan. Es sin duda un clarísimo ejemplo de calidad y de habilidad al volante.

Mark Blundell contaba que, incluso en 4ª marcha, las ruedas traseras del Nissan patinaban

El británico completa el giro en 3 minutos, 27 segundos y 2 centésimas, un tiempo más que competitivo, que le daría la pole con una ventaja de más de 6 segundos sobre el siguiente clasificado. Muy pocas veces antes se había visto un margen tan grande entre el primer y el segundo puesto. Para entender mejor de qué hablamos, la diferencia en la clasificación de las 24 horas de Le Mans del año pasado entre el Porsche 919 Hybrid, en pole, y el siguiente fue de 0,470 segundos. Sin embargo, el resto de los Nissan, que sorprendentemente consiguieron marcar un tiempo de vuelta, sí fueron indicadores de tiempos «dentro de lo normal». El número 23, un R90CP que aparentemente funcionaba bien, se clasificó tercero a 6,15 segundos del coche 24 de Mark.

Además del crono, Mark también podría haber pulverizado el récord de velocidad en Le Mans de no haberse instalado las chicanes en Mulsannes. Alcanzó los 366 km/h con el susodicho turbo, que soplaba a una presión de aproximadamente 1,8 bares. En comparación, los turbos más pequeños ejercen una presión máxima de 0,25 bares… Aquel día, el turbocompresor del Nissan parecía más un huracán.

A pesar de la deslumbrante actuación del británico, su R90CK sólo pudo completar 142 vueltas en carrera, insuficientes como para terminar el evento, aunque el número 23 de la marca, el R90CP, concluyó las 24 horas en quinto lugar, reduciendo así el amargo sabor de boca que siempre deja un abandono, que además logró batir a sus archienemigos compatriotas, Mazda y Toyota. No es de extrañar que, al año siguiente, Peugeot quisiera incorporar a su equipo a Blundell, con quien ganaría la mítica competición en 1992.

Fuente: Road&Track

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Sobre el Autor

Miguel Benito

De la capital. Estudiante de ingeniería del automóvil. Convirtiendo los sueños en realidades. Desde pequeño trasteando con todo tipo de cosas que tenían ruedas. Ahora, tengo la oportunidad de hablar sobre un tipo concreto de máquinas apasionantes: los coches.

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