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SRT Viper: muerte por ironía

Este viernes se hicieron oficiales los rumores: El grupo FCA (Fiat Chrysler Automobiles) ha decidido finalizar la producción del SRT Viper de forma definitiva tras el golpe que les han supuesto las presiones ejercidas por sus trabajadores, que terminaron en una demanda por parte de la UAW (Union Auto Workers), es decir, el sindicato de los trabajadores del automóvil de Estados Unidos.

Dicha demanda reclamaba una mayor remuneración y una compensación por todos los sacrificios que tuvo que realizar una gran parte de la plantilla cuando la empresa pasó por sus peores momentos, rozando la bancarrota, en el año 2007. Finalmente la disputa ha concluido de manera pacífica con un contrato de 4 años en el que se toman medidas pensadas para ajustar y reubicar el empleo de cerca de los 40000 trabajadores de la compañía. Este contrato ha contado con el 77% de respaldo de los mismos.

Aprobar ese documento ha sido la estocada final; una de sus medidas de ajuste consistía en cesar la producción del SRT Viper en el año 2017 sin contemplar la posibilidad de otro modelo dentro de su cadena de montaje

Todos los medios del motor estamos algo afligidos porque le haya llegado su fecha al único deportivo americano que ha sabido llevar la esencia de su mentor, el Shelby Cobra 427, hasta el día de hoy.

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Foto: www.Motortrend.ca

Los números realmente no acompañaban el porvenir de la víbora; el Viper, desde los primeros modelos de producción de 1992 hasta los actuales, son tan de la vieja escuela que se fabrican a mano, en Detroit y con su famosísimo V10 de 8,4 Litros. Datos que harían llorar de miedo a cualquier contable de la marca, y de felicidad a cualquier aficionado a la potencia americana.

Pero lo más chocante resulta el contraste enorme que hay entre el motivo de su creación y el motivo de su desaparición. Su caducidad se debe al hecho innegable de que no salgan las cuentas para seguir produciendo un monstruo de 600 caballos a un ritmo de venta bajo que hasta ha conllevado parones de producción, pero el motivo de su creación fue romper con la tendencia gris que estaba caracterizando a la Chrysler de finales de los 80, estancada como marca generalista de coches monótonos, aburridos y “económicamente eficientes” (Exceptuando algunas versiones algo más agresivas de la mano de Dodge). ¿Nos os parece que le han dado la vuelta a la historia? Vamos desde el principio…

Robert A. Lutz, presidente de la marca en 1989 ,llamó a su jefe de diseño, Tom Gale y simplemente le comentó que “cada vez pensaba más y más en hacer algo provocador, como una especie de renacer del Shelby Cobra”. Por ello Gale llamó al mismísimo Carrol Shelby, que por entonces colaboraba como asesor para modelos de rendimiento, y le ofreció participar en el proyecto. Después de que Shelby cerrara los ojos y visionase el concepto de «Cobra de los 90s» pusieron a trabajar al equipo de diseñadores en una carrocería que rescataron de un concept descapotable el cual ya databa de 1985 con el nombre de “Izod” y pensada para soportar un V8.

V10

Foto: www.allpar.com

El propulsor final distó bastante de aquel supuesto: usarían un V10 de 8 litros que Chrysler había desarrollado para un camión (o más bien una camioneta XXL deportiva, ya sabéis cómo se las gastan allí). Puesto que el motor era un coloso de más de 300 kilos, poco acertado para una conducción deportiva, aprovecharon el saber hacer de Europa y lo enviaron a Lamborghini, propiedad de Chrysler por entonces, para hacerlo más ligero. La solución fue sencilla: reconstruirlo en aluminio.

Un apunte clave para la versión definitiva fue el choque de visiones que tenían Lutz y el propio Shelby. Lutz quería una reinterpretación moderna del clásico americano con ayudas electrónicas, suspensión inteligente, gestión de combustible y mucha tecnología. Shelby, fiel a sí mismo, quería un motor de camión con un coche para sujetarlo.

Foto: HowStuffWorks

Foto: www.HowStuffWorks.com

 

Shelby se salió con la suya aunque dentro de sus posibilidades como asesor y habiéndose alejado del proyecto debido a su trasplante de corazón. Queda patente que el modelo de producción no fue exactamente como él quiso con una frase suya con cierto tono de reproche:

“No pude hacer mucho con la versión final; yo hubiese construido el coche pesando 1300 Kilos. Chrysler lo construyó pesando 1700”

No obstante tenía la esencia Cobra y el primer Viper por ello fue y es considerado como un símbolo y una muestra de la filosofía americana pura, con un motor gigante de par desproporcionado, un sonido ronco y poderoso y un diseño único que combina agresividad y belleza a iguales proporciones.

Con los años se ha demostrado que esta esencia ha permanecido todo lo inalterada que se ha podido, siendo como el caso del luchador que se niega a sucumbir a todo lo que ocurre
a su alrededor hasta que, literalmente, lo fuerzan a ello. Una generación ha dado paso a la siguiente únicamente por la necesidad de adaptarse a la normativa de aquel momento. Para poner ejemplos, la segunda generación salió incluyendo airbags porque pasaron a ser obligatorios, y la actual generación debutó cuando su antecesora no cumplía con la exigencia de incorporar control de tracción de serie.

Foto: www.cardotcom.com

Foto: www.cardotcom.com

 

Esta situación de rebeldía ya no es asumible por el grupo Chrysler y no se quieren arriesgar a seguir nadando contracorriente, aunque nos encante que todavía queden marcas que se atrevan a hacerlo. Chrysler parece que desea volver a normalizar su gama, exceptuando todavía el Charger y Challenger, por ser hoy día modelos más sensatos y más económicos que el Viper.

Poco consuelo queda. Sabemos que todavía podemos comprarnos uno hasta 2017 y que de seguro formará (y forma) parte de la cultura automovilística de Norteamérica con méritos propios; pocos coches han sabido plasmar de una forma tan radical la visión del supercoche americano: Potente, ruidoso, macarra, relativamente asequible… y potente otra vez.

Y pensar que ese motor iba a ir a una camioneta… ¡Gracias, Carrol!

 

Sobre el Autor

Agustín Martínez

Mecánico de camino a ser Ingeniero Mecánico. Amante de los coches desde la infancia; todo comenzó con un Citroën ZX y en algún momento seguirá con un Porsche 911. Otra gran afición que tengo son los videojuegos de conducción, por lo que también podéis verme escribiendo sobre ellos aquí o jugándolos como Gustingorriz
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