La perfección es algo completamente subjetivo; la percepción sobre ella cambia según las experiencias de cada uno; los ánimos, los gustos y a veces incluso puede cambiar según las tendencias del propio entorno. No hay forma objetiva de cuantificarla, no hay forma de crear un estándar y considerar “algo perfecto” puede variar diametralmente de una persona a otra.
En el mundo de los automóviles queda patente día tras día con ejemplos que puedes encontrar en la calle; un amigo o un familiar se acaba de comprar un coche y está enamorado de este, y tú en cambio acabas de recordar que ese modelo existe. Navegas por internet o lees una revista, encuentras millones de fotos del ultimísimo modelo de una determinada marca, y justo al lado ves las fotos de sus veinte rivales del mismo segmento y piensas “es lógico, dado que quieren venderme un producto deben de anunciármelo lo más sugerente y evocador posible, para que me compre ése en lugar de uno de los otros veinte”.
La gente que no tiene muchos conocimientos sobre coches es más práctica, se centra sólo en el aspecto económico y no va más allá o, en el peor de los casos, se deja llevar por la novedad o la fama para considerar su coche “ideal”. Estamos hartos de oír a chavalines sin carnet decir que “Mi coche favorito es el Bugatti nuevo”, tal cual lo he escrito yo.
Pero, ¿Qué hace a un coche “sobresaliente”? Me refiero a ese tipo de máquina que te pone los pelos de punta, te abre las retinas, que te dispara la imaginación, que te lleva a no parar de buscar fotos y vídeos para que no pare esa sensación de éxtasis, que te hace que te tires horas en las páginas de segunda mano… Me refiero al tipo de coche que para ti sobresale sobre los otros cientos de millones. Me refiero a “tu coche”.

Foto: http://www.classicitaliancarsforsale.com/
¿La estética?
Es lo primero que nos habrá venido a todos: el coche 10 para empezar es un coche con presencia, con líneas armoniosas y que te evoque sensaciones solo con verlo aparcado solitario en un parking (¡La primera impresión es la que cuenta, sin duda!) Pero coincidiréis conmigo en que la estética de los coches ha cambiado enormemente en las últimas décadas, luego entonces ¿Cuál es el común denominador? ¿Cuál es el punto exacto que convierte un coche de “normalito” a “bonito”? ¿Qué es eso que permanece inalterable por mucho que pasen los años y los gustos?
Os traigo este ejemplo:
Aquí arriba veis un Citroën SM de 1970 y un Audi R8 de 2008, en color negro sobre un fondo poco vistoso, para que os podáis centrar solo en sus líneas. Ambos se han considerado por muchos entendidos como dos de los coches más bellos de sus épocas (Los secundo). Pero, aparte del color, ya me diréis lo que tienen en común…
Yo puedo deducir que la estética es un valor que varía muchísimo según aquello que se quiera transmitir, pero claro está que cada persona se siente más motivada por unas sensaciones que por otras. El SM quiere transmitir lujo, elegancia, exquisitez…y el R8 fuerza, vigor y poder. Aunque alguno de ellos no os guste, seguro que os giraréis a verlo si pasa por vuestra calle. Eso ya hace que en el apartado estética tengan nota ¿No? Por lo que la estética es un valor tan abstracto que es imposible de establecer como único para encontrar el coche considerado bonito por cualquiera.
¿El sonido?
Ahora abre el coche, móntate dentro, ponlo en punto muerto, arráncalo y dale toques al acelerador (Abstenerse si el coche es diésel). ¿Te pillo sin un coche cerca? Aquí te dejo yo un garaje entero. Seguro que te acabo de abrir otro interrogante.
El sonido de un motor térmico puede transmitir tanto como una carrocería; puede ser el reflejo de toda la ingeniería, calidad, pasión e historia de la marca a la que pertenece dicho coche. Es más, hay marcas que “afinan” sus motores para que su sonido sea inconfundible. Pero, al igual que en el apartado estética, para gustos colores.
Hay a quienes el sonido de un motor V8 americano propio de cualquier “Muscle Car” de finales de los 60 les suena a gloria por su rugido atronador y hay a quienes les suena tan estridente que no lo soportan. También están a quienes el sonido de un motor Wankel propio de Mazda les arranca una sonrisa y hay a quienes les recuerda a un secador de pelo. Un coche clásico puede sonar muy destartalado y uno ultramoderno puede sonar sintético (¡o no sonar si es eléctrico!) todo depende de quien lo oiga.
El sonido es importante, pero no decisivo por los mismos motivos que la estética.
¿Su fama?
En el centro del volante verás la marca del coche en el que estás montado. Este es un aspecto agridulce. Las marcas no evocan sensaciones, sino que plasman una filosofía y una historia, que es la que intentan representar en sus coches a través de esas sensaciones.
Ésa es en teoría la parte positiva de cualquier marca. Si la marca ofrece unas cualidades que tú también destacarías sobre otras, se supone que es para ti. Digo “se supone” porque el mundo de los negocios ya sabemos cómo es y las ventas mandan al final. ¿Cuántas marcas han creado modelos que no tienen absolutamente nada que ver con la visión original de su fundador? La parte amarga de dejarte guiar por la marca antes que por el coche es que estás generalizando hasta un exceso peligroso. Te estás cerrando a un abanico reducido de coches sólo por el emblema que lucen y estás descartando otros que quizás te hubiesen sorprendido gratamente o es más, puede que fuesen lo que estabas buscando. Y peor aún, la gente llamemos “menos entendida”, se centra en una marca a veces sólo por el prestigio social y económico que va unido a esa marca, únicamente.
Concluyendo en este punto, una marca no hace a un coche ni mejor ni peor, pero sirve para orientar sobre qué es lo que nos ofrecerá ese coche y a qué estará enfocado. Hay marcas que se acercarán a tu visión ideal, pero nada más. No juzgues a un coche solo por su marca. Nunca.
¿Su conducción?
Mete primera, sácalo del parking y date una vuelta. No olvidemos ante todo que un coche no deja de ser un medio de transporte pensado para llevarte del punto A al punto B, y ello requiere que habites en él durante el viaje y seas tú quien lo dirija y lleve los mandos. Para que la conexión entre el coche y su conductor sea perfecta, ambos se deben conocer y responder el uno a las exigencias del otro. Aquí ya ha entrado la subjetividad (¡De nuevo!)
Porque puedes preferir un coche que se note estable y cómodo antes que agresivo y temperamental. Puedes preferir que sacrifique algo de confort y sea más divertido para tomar curvas o elegir una berlina que a velocidad de crucero sea como estar en el salón de casa. Hay tantísimas exigencias personales como opciones en el mercado. Es más, aquí ya entra cualquier coche. Me explico: Puede que tu coche perfecto sea un deportivo de tracción trasera y con más motor que habitáculo porque su conducción es tan intensa que requiere el 100% de ti mismo y eso te encanta. Pero si le preguntas a una persona mayor que vive en un pueblo quizá él esté encantado con su utilitario de hace 20 años porque lo siente cómodo, tranquilo y seguro.
¡Y espera! A lo mejor tú acabarás harto de tener que ir siempre al límite con tu deportivo incluso para ir a hacer la compra, ¡o incluso a esa persona mayor le pueda apetecer algo más divertido ocasionalmente que su utilitario para los tramos de montaña de camino a su pueblo! Pienso por ello que éste es uno de los aspectos más bellos del automóvil por dos motivos: el primero es porque es totalmente independiente de todos lo que antes hemos comentado.
Muchos son los coches que se han ganado la fama de peligrosos y bonitos a la par, y muchos son los que han cautivado a la gente porque los compraron siendo feos, y los vendieron siendo feos…tras 40 años de leal servicio, llevándote en los momentos más duros y más tiernos de tu vida, a ti, a tu familia y puede que a tu futura familia.
Exacto, ahí tenéis el otro motivo; las experiencias que vives con tu coche son las que hacen que desarrolles un vínculo emocional con él, y por ello lo idealices. No tiene más, es algo que pasa y para hacerlo todavía más surrealista, puede que te atrape un coche que ni siquiera pudiste elegir tú.
¿Luego entonces…?
Puede que el coche perfecto sea el que una persona quiera que lo sea. Puede que sea la mezcla de todos los coches que te han acompañado durante tu vida, aquel con el que empapelaste el cuarto con pósters suyos de niño, el sonido de aquel que arrancaste por primera vez, la marca del primero que te pudiste comprar, aquel que no tuviste más remedio que vender porque cambiaron tus necesidades… En definitiva, siento comunicaros que todavía no podemos definiros al coche perfecto por muchos datos de consumo, cilindradas, precios ni pruebas de carretera que os mostremos, ni por ningún criterio de los anteriores porque simplemente… aún no os conocemos tanto.
Pero aquí, en Planeta del Motor iremos analizando todos los que podamos para hacer de vuestra búsqueda una tarea más sencilla, divertida y sobretodo útil.
Y cuando por fin lo hayas encontrado… ¡No lo dejes con las luces puestas!
Agustín Martínez
Mecánico de camino a ser Ingeniero Mecánico. Amante de los coches desde la infancia; todo comenzó con un Citroën ZX y en algún momento seguirá con un Porsche 911. Otra gran afición que tengo son los videojuegos de conducción, por lo que también podéis verme escribiendo sobre ellos aquí o jugándolos como Gustingorriz[…] bonito. Para terminar recordad ésto: Como ya os aconsejamos para el momento en el que busquéis vuestro coche debéis apreciar la filosofía que tiene cada marca, porque en ella se resaltarán los valores a […]