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El día que Peugeot echó el Dakar a cara o cruz

Las órdenes de equipo y las estrategias para salvaguardar la victoria de alguno de sus integrantes ahorrando disputas “innecesarias” que pueden llevar al equipo a perder todo no son algo nuevo. Y digo “innecesarias”, entre comillas, porque para algunos precisamente las disputas de las que hablo son totalmente necesarias. Hablo de los que estamos al otro lado, los que queremos presenciar batallas entre pilotos. Nos gusta la competitividad, el codo a codo y la rivalidad. Y no nos gustan las cosas fáciles: dejar pasar, estrategias para adelantar, para salir antes… A veces solo podemos ser espectadores de luchas entre pilotos del mismo equipo, debido a las grandes diferencias que hay entre coches de diferentes equipos en competiciones en las que no hay igualdad mecánica. No hace falta que ponga el ejemplo de la supremacía del equipo Mercedes AMG Petronas…

Si nos ponemos en el lugar de los equipos es entendible esta actitud. Es lógico que no quieran jugarse los puntos y las victorias por lo que tenemos que aguantarnos con este tipo de situaciones.

A todos se nos viene a la cabeza el Multi21 del equipo Red Bull de los pasados años en los que Webber y Vettel compartían equipo. Tampoco hace falta que recuerde el año de Hamilton y Alonso en Mclaren, donde estaba más que claro que el inglés era el preferido y todos fuimos testigos de las acciones, estrategias y favoritismos. Fatal gestionados por cierto, si no que lo pregunten a Kimi Raikkonen. Y hablando de Mclaren, algo os suena si nombro a Ayrton Senna y Alain Prost, ¿no?

Seguramente también recordéis los años dorados de Ferrari en la Fórmula 1, en los que Rubens Barrichello era el auténtico escudero de Michael Schumacher. Años en los que el equipo estuvo precisamente bajo las órdenes del señor que nos trae hoy aquí por ser el creador de la anécdota que os voy a contar.

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Como es normal, estas disputas y por tanto la aplicación de estas órdenes se han dado en equipos en condiciones de ganar títulos. Equipos en los que los directivos han estado asustados durante el transcurso de las pruebas. No ha pasado así en equipos no ganadores, los cuales han dejado a sus pilotos luchar hasta el final para demostrar quién es el mejor.

Si hubo un equipo ganador a finales de los 80 este fue Peugeot. 

4 participaciones, 4 victorias.

1988_kankkunen

 

Lo que os voy a contar hoy es un tanto triste. La historia del golpe bajo que le dio Peugeot Tablot Sport a la competición que más habían mitificado ellos mismos a lo largo de los años en los que estuvieron presentes. Triste no ya solo por lo que se hizo, algunos comisarios lo tacharon de anti-deportivo y otros no, sino también por cómo se hizo. Públicamente, mostrando así prepotencia, una actitud un poco propia de Jean Todt, el Gran Jean Todt, “El Napoleón”. Alguien que parece que no concibe ni conoce lo que significa perder. Un director deportivo que muchos aman y que otros muchos odian. Victima de innumerables críticas pero también de multitud de elogios y alabanzas.

Peugeot y el Dakar: veni, vidi, vici

En 1987 llegaba el equipo Peugeot al Dakar. Jean Todt, director deportivo de la marca vio en el Dakar una nueva vía para seguir exprimiendo al máximo los Peugeot 205 T16. Los 205 ya no podían correr, tras la desaparición del Grupo B un año antes, en el campeonato mundial de rallies y Peugeot decidió sacar el máximo partido a tales obras de ingeniería en las que tanto dinero y tiempo había invertido su división Peugeot Sport. Solo serían necesarias algunas modificaciones y una puesta apunto diferente para pasar por encima del resto de débiles competidores como si de hormigas se tratasen.

098 - Paris Dakar 1987. Assistance team Peugeot.

Llegó Peugeot y el Dakar cambió radicalmente. Hasta entonces solo la marca Porsche había corrido de manera oficial, sin embargo, lo hacían de una manera muy diferente a la que conocemos ahora. La manera que introdujo Peugeot. Porsche no corría según la filosofía del Dakar que creó Thierry Sabine, pero tampoco competía con estructura de equipo alguna, asistencias limitadas y sin contar con un equipo de mecánicos.

Peugeot llegó y rompió todos los esquemas. Los dos 205 Turbo 16 Gran Raid confiados a Vatanen y Mehta llegaron a París respaldados por un equipo de más de 60 de personas en camiones Mercedes y con un presupuesto cercano a los seis millones de euros por aquel entonces. En aquella época esta suma de dinero era la que precisaba una escuderia mediana de Fórmula 1 para disputar una temporada entera. Con el impresionante despliegue del ejército de Jean Todt muchos seguidores y participantes vieron completamente adulterado el espíritu de la competición dakariana que imponía Sabine. A su descontento se sumaba la posibilidad casi improbable de poder luchar por la victoria con tal potencia rival.

Como un rodillo, Peugeot aplastó a todos los competidores del Dakar incluso después de que sus dos pilotos protagonizaran dos de las pérdidas de rumbo más famosas de la historia del rally.

El equipo francés ganó su primer París-Dakar y volvió al año siguiente, 1988, con más fuerza aún. Ahora iban a utilizar además su nueva arma, el Peugeot 405 T16. (Los 205 seguían corriendo como mochileros). El coche nuevo del equipo francés era más especifico para la prueba. Creado desde cero sobre el 205, se hizo pensando en obtener un sobresaliente en todas las condiciones y situaciones del raid africano.

111 - Paris Dakar 1989. Vatanen/Berglund. Peugeot 405 Turbo 16. Vainqueur

Aquel año el volante del 405 era para Ari Vatanen, en el que seguían confiando plenamente, y por otro lado, el campeón mundial de rallies Juha Kankkunen corría el 205. Juha era el encargado de las asistencias rápidas que Ari pudiese necesitar en el desierto. El equipo Peugeot volvió a hacerse con el título pero lo hacía Kankkunen con el 205 T16 Grand Raid tras el robo del coche de Vatanen. El finlandés era líder indiscutible de la prueba pero la noche antes de la última etapa la imprevisibilidad de los raids hacía acto de presencia. Tras trece etapas, Vatanen llegaba a Bamako, la capital de Mali, al frente de la clasificación general. Unas horas antes de que se disputase la última prueba el coche del piloto era robado. Una llamada al hotel se pasaba a Jean Todt:

“Tenemos el coche de Vatanen, tiene que acudir en taxi a un punto determinado con 25 millones de francos si quiere recuperarlo…”

Poco antes del inicio de la prueba el 405 era encontrado por la policía y tomaba la salida un poco más tarde y sin pasar por las verificaciones. Vatanen ganaba la etapa pero el título fue finalmente para su mochilero cuando se aplicaron las sanciones por haber partido sin que los comisarios dieran el visto bueno. Aún así los leones volvían a hacerse con el duro Dakar.

Nunca se supo cómo ni quién robó el coche aquella noche en el estadio de fútbol de Bamako. Había rumores que decían que Peugeot había simulado el robo para cambiar el motor, otros que fue robado pero que se encontró poco después porque Peugeot pagó la recompensa…

102 -Paris Dakar 1988. Podium. Juha Kankkunen, Jean Todt et Ari Vatanen.

Año 1989, una moneda de diez francos

473 competidores toman parte de la salida. Este año no hay camiones, muchos accidentes y la muerte de un piloto el año anterior llevan a la organización a prescindir de la categoría.

De nuevo Peugeot forma un magnífico equipo. Conservan a Ari Vatanen en sus filas, quien formará equipo con Jacky Ickx. Expiloto de Fórmula 1 y seis veces ganador de Le Mans. Una pareja que se convertirá en polémica. Sus coches, los Peugeot 405 T16. Con un motor 1.9 turbo capaz de generar 400 CV de potencia que se montaba sobre un chasis tubular, el 405 T16 de 1.320 kg. de peso es una máquina que rozaba la perfección. Si el 205 era bueno, su hermano mayor aún más.

Un año más, el equipo galo, con Todt al frente, se perfilaba como ganador de la prueba del desierto del Teneré. Una victoria que no se librará de la polémica.

Efectivamente, tal y como se acontecía aquel día bajo los cielos de París, los de Peugeot llegaron a las etapas finales siendo los líderes indiscutibles. La ventaja de tiempo de Vatanen e Ickx era tremenda sobre el resto de competidores. Los dos pilotos se repartían las victorias en las diferentes etapas. Ari Vatanen comandaba la clasificación general con su compañero belga pisándole los talones, ninguno de los dos tenía asegurada la victoria. En Mali todo era favorable para Vatanen, sin embargo, Ickx podía poner en un aprieto al finlandés si apretaba el ritmo en las dos últimas etapas.

Jean Todt pensó que la rivalidad entre sus dos pilotos podía llegar a hacerlos perder el Dakar y para no asumir riesgos “innecesarios” y evitar que una lucha entre los dos coches pudiese arruinar la victoria asegurada, el jefe de equipo decidió preguntarle a la suerte quién debía ser el ganador del Dakar aquel año. Se le ocurrió lanzar al aire una moneda de diez francos. El jefe de Peugeot quería ver a un león en lo más alto del podio a cualquier precio, y no iba a permitir que el Mitsubishi de Patrick Tambay, que estaba tercero, le arrebatase la victoria. Una decisión polémica pero llevada a la más aleatoriedad posible.

Cara para Ari, cruz para Jacky. La moneda se lanzó para elegir el hombre que debía ganar el raid y cuando cayó sobre la arena del parque de asistencia de Gao, en Mali, el rostro del belga cambió al ver que la cara de Marianne le iba a impedir luchar por ganar su primer raid. El caprichoso e injusto azar le daba la victoria a Vatanen. Si Ari tuvo mala suerte en el 88, ahora un año después estaría toda de su parte, el iba a ganar e Ickx sería su fiel escudero.

El azar había hablado pero la polémica no acababa aquí.

Al día siguiente, en la penúltima prueba Ari Vatanen se perdía y Jacky Ickx, que le seguía, se dio cuenta y tomaba el camino correcto, no avisaba al finlandés de su rumbo errante y apretaba para ponerse primero. Al llegar al parque de asistencia la tensión podía cortarse con un cuchillo. Vatanen estaba enfadado porque Ickx no había respetado el trato. Ickx se defendió de las acusaciones alegando que habían completado la etapa sin ir rápido, de lo contrario la ventaja hubiese sido aún mayor. Se suponía que al día siguiente el belga debía devolverle la primera posición a su compañero de equipo.

Llegó la última etapa, muy corta, apenas 40 kilómetros. Todo el mundo estaba pendiente y preocupado. ¿Cedería Ickx la posición? ¿Desobedecería las ordenes de Peugeot? 

A su paso por el Lago Rosa, Ickx comenzó a aminorar hasta llegar a detenerse para esperar a que Vatanen recortase toda la distancia que los separaban. Cuando el finlandés recuperó la primera posición Ickx reemprendió la marcha y siguió al otro Peugeot entrando en la meta a 20 segundos en la clasificación general, la misma con la que partía él al principio de la prueba. Jacky demostró ser un verdadero campeón y respetó con este gesto lo que la moneda, el azar y Jean Todt habían decidido.

Ari Vatanen celebraba su victoria como solía hacer, bebiendo un vaso de leche. Una leche que ese día seguramente estuviese bastante agria. No hubo sonrisas en el podio. Ickx ni siquiera quiso brindar con el tradicional champagne y era más que razonable.

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Yo me reservo las opiniones, ¿vosotros qué opináis?

“He ganado cuatro Dakares y medio” Jacky Ickx

 

Sobre el Autor

Rafa Rivera

A décimas de segundo de ser Ingeniero Aeroespacial. Nací en Córdoba y me crié entre un Escort y un Fiesta SuperSport. Enfadado con el mundo desde que en mi casa se compró un Ford Ka. Mi cabeza es una base de datos de coches, y solo coches, en constante actualización y estoy aquí para compartirla contigo.
Comments (3)
  • arribi

    mi opinión es la siguiente: aunque a veces nos cueste verlo, el automovilismo es un deporte de equipo. si la escudería decide una cosa, el piloto acata. es como si en un equipo de futbol el delantero se pusiera a chutar todos los balones con la única intención de obtener el pichichi, despreciando al resto de jugadores (que igual tenían más oportunidades de marcar) por el simple hecho de «su» trofeo, perjudicando así al club. para mí son exactamente lo mismo.

    • Rafa Rivera

      Por una parte estoy de acuerdo en lo que dices, solo hay que ver como en muchas competiciones existe el campeonato de pilotos y luego por otro lado el de equipos. Sin embargo, es triste presenciar carreras y mundiales enteros en los que los pilotos no pueden luchar por sus victorias a causa de las restricciones y directrices de los equipos. Opino que esta situación, en parte, se debe a la evolución de los deportes del motor, antes el papel del piloto era muchísimo más importante, ahora mandan los equipos porque son los que ponen las tecnologías que hacen que unas buenas manos no sean tan importantes.

      Gracias por tu comentario, es un placer.

      ¡Nos leemos!

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